/

12 Notas para el Ambient Futuro

Inicio

¿Cuál es el valor del ambient en una época en la que reina la distracción, y la música es a menudo tan solo otro flujo de datos más para filtrar la cotidianidad? Si luchamos por mantener nuestra atención incluso en las más dinámicas experiencias, ¿cómo puede una música de tintes y matices mantener su significado y relevancia? Cuando Eno formalizó el ambient, el mundo que rodeaba la música era radicalmente diferente en casi todos los niveles y aún así, es en las provocaciones iniciales de Eno donde podría encontrarse una comprensión fresca del por qué debería persistir el ambient.

Estas provocaciones tempranas han actuado más como un mantra que como una oportunidad para investigar con respecto a la intención del ambient. En el texto del disco Music for Airports, Eno escribió, «La música ambient debe ser capaz de adaptarse a muchos niveles de atención en la escucha sin forzar uno en particular; debe ser tan ignorable como interesante». Esta frase ‘tan ignorable como interesante’ que se ha hecho eco desde la publicación del disco, siempre me ha parecido problemática en la medida en que contrarresta las palabras precedentes de su declaración. Escuchar es agencia y aplicación; implica que nos involucremos en algo; ignorar la música no es escucharla. No es oír esos sonidos como música, sino dejar que se deslice en el flujo subconsciente de filtrado acústico que es nuestro diario ensueño sónico. Es esta afirmación irresoluta la que siento que desbloquea el núcleo del valor futuro de la música ambient.

Es fundamental comprender cómo la música ambient se encuentra y cómo crea, aumenta e incluso interrumpe los espacios. Cuando escuchamos música ambient, ya sea para trabajar o incluso para dormir, la estamos eligiendo dentro un rango específico de condiciones que puede llevarnos a tomar consciencia en los lugares donde trabajamos y vivimos. Es importante también comprender cómo ese proceso crea una atmósfera temporalmente única que transgrede los límites de nuestro pensamiento y sentimiento interior, y la exterioridad de los lugares en los que nos encontramos. Felicia Atkinson lo resume: «La música ambient se deriva del impresionismo, enfatiza la singularidad de la percepción, y busca crear un entorno imaginativo».

No debe confundirse con la Discreet Music de Eno; el ambient es, en la experiencia, discreto en tanto lugar y tiempo mantienen una relación afectiva con la música y al mismo tiempo con nosotrxs como escuchas. Independientemente de la forma en que se encuentre la música ambient (en los auriculares yendo al trabajo, mientras se cocina en el hogar o en la cama justo antes de dormir) en estos momentos, el lugar y la música interactúan y nuestro rol como escuchas se realiza e idealmente se potencia. Como escuchas, perpetuamente llegamos a la música de nuevas maneras, ya que las relaciones entre ella y los eventos que suceden en paralelo –así como nuestras capacidades para la escucha–, redefinen la dinámica de la composición. Cada impresión, parafraseando a Atkinson, es ligeramente diferente de la anterior y reconocemos claramente la naturaleza de las masas acústicas compuestas. Siempre podemos decir que la niebla es niebla, pero los detalles que existen dentro de ella nunca son idénticos.

Así pues, para ayudar a definir una condición (en lugar de la condición) que crea el ambient, debemos reconocer que esta música es un tipo de contrato tácito. Se trata de reconocer como una cuestión primaria, el hecho de que la experiencia musical sea un diálogo abierto entre la interioridad de nuestra escucha afectiva y la exterioridad de los espacios y lugares que contienen la música tal como la experimentamos. El ambient abarca las variables de la situación en la que se encuentre, renuncia a cualquier sentido de control a favor de priorizar una perspectiva subjetiva discreta. Esto es primordial como preocupación definitoria de la música ambient.

Además, las partes implícitas en este contrato, quien compone y quien escucha, deben reconocer que nunca se puede lograr el control total y que la identidad de la música nunca es del todo suya, sino que es constante devenir. Después de cada re-escucha, en un lugar diferente, en un momento diferente, a través de una situación de reproducción diferente, la música misma evoluciona. Vive dentro de la complejidad de estas relaciones y se trata principalmente de, para usar la provocación inicial de Eno, «acomodar muchos niveles de atención auditiva sin aplicar una en particular».

David Toop avanza este examen de la relación entre el ambient y la escucha: «Hay otra posibilidad de escuchar que se abre ante nosotrxs, en un momento en que prevalecen los parlantes y ser escucha es ser consideradx como un copo de nieve, lentx o débil o ineficaz. A esto añadirle nuevas ideas sobre ecología, fluidez de género, anti-especismo y la vivacidad de la materia y los objetos, y así el futuro tiene el potencial de ser casi irreconocible. Potencial, a pesar de que nuestras perspectivas actuales apunten a otra parte. Eso significa que emerge una nueva concepción del medio ambiente y, por lo tanto, de la música ambient (ambient significa «alrededores») posee todas sus cualidades radicales.»

Es en este espacio radical y relacional donde el ambient puede colapsar en una crisis de la mitad de su vida. No hay, ni debería haber, una respuesta simple y singular a la pregunta de qué es el ambient o, más aún, qué puede llegar a ser. Más bien, ambient, para usar otro Eno-ismo, debe ser «constante pero nunca sólido», una música que es consciente de cómo puede existir en el mundo y también de cómo da forma a nuestro mundo (por dentro y por fuera). Es una música contractual que requiere del cumplimiento de ciertas condiciones si se quiere realizar de manera significativa. El ambient siempre debe ser un proceso de transformación, como las atmósferas que pretende crear. Debería estar en los estados de llegada y salida simultáneamente. Cada encuentro que tenemos con él, como creadorxs y escuchas, afecta la forma en que existe la música ambient. En esencia, alteramos la potencial realización de la música ambient.

Con este fin, y dado que hemos llegado a esta clase de edad media para la música ambient, quería proponer algunas (no tan) suaves provocaciones para estimular futuras conversaciones a medida que esta música persiste en el futuro.

12 notas para el ambient futuro

El ambient es una música de momentos vividos.

El ambient reconoce que el control debe olvidarse con respecto a como la música es encontrada (mas no como está compuesta).

El ambient es discreto en la experiencia, aunque no musicalmente.

El ambient reconoce el engaño que es la promesa de la repetición.

El ambient nunca es meramente música para el escapismo. Es una zona de participación en la búsqueda de una audiencia musical que reconoce los valores potenciales del sonido en esferas más amplias (social, política, cultural, etc.). Es una liberación, una apertura y una profundización, simultáneamente.

El ambient pulsa; lleva su curso. El ritmo es un raro amigo de esta música.

El ambient nunca es solo música. Es una confluencia de sonido, situación y escucha; además, es un contrato tácito entre quien crea, quien oye, y el lugar, buscando lograr un tipo específico de experiencia musical.

El ambient trata de la primacía de la escucha (para el público y quien la crea). La música y los espacios y lugares (interiores y exteriores) que ocupa son cruciales para la forma en que se aprecia, se comprende y se consume.

El ambient es trascendente pero no busca un plano más elevado. No es música new age. Más bien la trascendencia de la música ambient está dentro de nosotros y nos invita a profundizar en la vivencia de lo cotidiano.

El ambient nunca es documentación de algún lugar o momento. En cambio, crea un lugar individuado, impresionista e imaginario. Se realiza en medio de nuestro yo interno y externo.

El ambient es una música de perspectivas. Nunca es completamente cognoscible, ya que es música que se filtra constantemente entre las perspectivas (micro y macro) y las dimensiones de la escucha. Mantiene una sensación con lo misterioso (como señaló Mark Fisher).

El ambient es amigo del ruido, del volumen y la fisicalidad. Sin embargo, es un enemigo del dinamismo no calculado.

El ambient nunca termina. Es un proceso experiencial de devenir –para quienes oyen, quienes crean y más ampliamente, en tanto filosofía musical.

Un agradecimiento especial a David Toop, Felicia Atkinson, Mark Fisher, Simon Reynolds, Peter y Dale Fogarty y las muchas personas con las que tuve el placer de hablar en los últimos meses.


Lawrence English es un productor de música y comanda el sello Room40.

Artículo extraído de ‘Ambient music at 40‘,  publicado en FACT Magazine en Febrero de 2018.

Traducción por Miguel Isaza bajo autorización del autor.

Lawrence English

Produce música, escribe y comanda el sello Room40.